Abadía de Fontfroide

Un gran lugar de inspiración

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Fontfroide es una de las abadías cistercienses más grandes de Francia. Esta abadía, única y magnífica en el silencio de la garriga, ofrece un juego de colores de las piedras ocres y rosas con los rayos del sol. Por dentro, el arte y la música han encontrado una fuente de inspiración eterna...

Historia[s]

El monasterio de Fontfroide, fundado en 1093, se afilia a la orden cisterciense en 1145 y rápidamente se expande hasta Cataluña, donde funda la abadía de Poblet en 1151. En 1203, el Papa Innocent III encarga a dos monjes de Fontfroide que prediquen contra la herejía cátara. Pero uno de estos legados, Pierre de Castelnau, es asesinado y la cruzada albigense comienza en 1209. Otro monje y abad de Fontfroide se ilustra a finales del siglo XIII: Jacques Fournier, elegido Papa de Avignon bajo el nombre de Benoît XII, constructor del Palacio Viejo de Avignon. En 1348, la Peste Negra afecta a la comunidad monástica. La abadía decae a partir del siglo XV y el título abacial desaparece en 1764. A principios del siglo XIX se elimina todo el mobiliario, y después en 1843, el claustro, la sala capitular y la iglesia se clasifican como Monumentos Históricos. En 1908, Madeleine y Gustave Fayet salvan la abadía de un comprador americano. Se instalan allí, la restauran, la decoran y la convierten en una residencia artística tan viva como antes...

El claustro

Su simplicidad inspira el silencio. Durante la Edad Media, los monjes la utilizaban para leer, meditar y lavar. Sin hablar. Los soportales colocados en las columnas de mármol amplifican el espacio y las cubiertas eran de madera. Los cistercienses, enriquecidos por su relación con los cruzados, la sustituyen por una bóveda de piedra. El sol juega en el follaje cuidadosamente esculpido de los capiteles. Aquí reina la paz...

La sala capitular

El abad se sentaba en su banco, justo enfrente de la entrada. En las tribunas de su alrededor, bajo las nueve bóvedas ojivales que cubren la sala, se repartían los principales oficiales de la abadía y los monjes. Es una sala muy importante: el capítulo, es decir la comunidad de monjes, se reunía allí tras el oficio de Prime. El monje semanal leía un capítulo de la Regla y luego lo comentaba el abad. Así comenzaba el día...

La abadía

El estilo románico de la nave de esta amplia iglesia, construida en el siglo XII, choca con el estilo gótico de las capillas del siglo XIV. La escalera de las maitines baja desde el dormitorio de los padres que estaba directamente unido para celebrar el oficio nocturno. El transepto exhibe los colores del siglo XX en sus vidrieras y cuadrifolios, firmados por Richard Burgsthal. En la capilla Saint-Bernard anexa, el arte abstracto filtra la luz (vidrieras del padre Kim En Joong)…

Los edificios de los legos

Los hermanos legos trabajaban en el patio de trabajo o en los campos. Estos religiosos, que no eran monjes, tenían un comedor y dormitorio específico para ellos. Llegaban a la abadía a través del callejón de los legos que tenía una bóveda de cañón de medio punto, un testimonio único y destacable. Una verdadera frontera entre dos mundos que mantiene intacto desde el siglo XII el recuerdo de los pasos silenciosos y solitarios de los indispensables compañeros de los cistercienses.

Los jardines

El jardín en terraza remplaza las instalaciones de los monjes en las laderas de la colina. Este jardín de estilo italiano, creado en el siglo XVI por Constance de Frégose, madre de uno de los abades italianos que dirigían Fontfroide en esa época. La rosaleda exhala sus magníficos olores en este antiguo cementerio.

Para descubrir

Paseando

Par Noel Feans

En los alrededores

Gustave Fayet y Madeleine Fayet-d’Andoque se instalaron en Fontfroide con su familia a partir de 1908. Era la época en la que numerosos artistas inventaron un arte nuevo, lejos de París, y se marcharon a trabajar en el departamento de Midi, en Francia. Gustave Fayet, heredero de una fortuna vitícola, era un coleccionista de arte moderno: Gaughin, Van Gogh, Cézanne, Matisse… su gusto estaba claro. No tardó mucho en invitar a pintores y músicos a Fontfroide, los «fontfroidiens», como así se llamaban ellos mismos. Odilon Redon realizó aquí numerosos cuadros y pinturas al pastel y una obra de arte monumental: los paneles de «El Día» y de «La Noche» que decoran la biblioteca. Ricardo Vines, pianista que Debussy admiraba, tocó Ravel en el piano de la biblioteca. En Bièvres, cerca de la casa de Odilon Redon en la región de París, el pintor Burghstal realizó las vidrieras de la abadía en la vidriería «La Verrerie des Sablons» que el matrimonio Fayet creó para él…

Los «fontfroidiens»