HISTORIA[S]
Louis le Pieux distingue la abadía en el siglo IX: le proporciona un papel importante al designarla como la mayor protección de un soberano carolingio. A lo largo de la Edad Media, la abadía benedictina despliega su influencia y se convierte en necrópolis de los condes de Carcassonne en los siglos X y XI. Uno de los mejores artistas del siglo XII crea para Saint Saturnin, su santo patrón, un altar relicario de mármol, una de sus obras maestras. Esta abadía se enfrente a la cruzada albigense y a las consecuencias de la cabalgata del Príncipe Negro durante la Guerra de los Cien Años. Sin embargo, consigue mantenerse, refuerza sus defensas y se embellece con las últimas innovaciones del arte gótico. La vivienda abacial se termina decorando con techos pintados, testimonio excepcional de finales del siglo XV tan difícil y que pronto vería las Guerras de Religión batirse en el reino de Francia y en el pueblo de Saint-Hilaire...
PARA DESCUBRIR
Paseando
El pueblo
En el barrio del «Fuerte» junto a la abadía, algunos restos de fortificaciones son testimonio del papel protector de los recintos abaciales durante la Guerra de los Cien Años. Hoy en día, Saint-Hilaire es un pueblo tranquilo y encantador con un pequeño río, el Lauquet, que murmura bajo el puente. Por otra parte están los huertos rodeados de enormes plataneros...
Paseos
Los senderos pedestres del bosque de Crausse cuentan con robles pubescentes y brezos blancos o rosas, donde los jabalís encuentran un buen refugio. Los caminos del viñedo del vino Blanquette de Limoux os invitan a pasear libremente. Al salir, desviaros a Saint-Polycarpe, otra abadía del siglo VIII situada a 6 km de allí, tras pasar por un pequeño desfiladero desde donde se ven los Pirineos.
En los alrededores
Limoux
Es la ciudad de la Blanquette y del Carnaval, una ciudad valiosa. También es una ciudad curiosa por su numerosos museos. El museo Petiet, etiquetado como Museo de Francia, presenta una colección de pintura de finales del siglo XIX. Entre otras, se puede admirar su famoso cuadro «Les Blanchisseuses», la obra más conocida de Marie Petiet. Limoux también es una ciudad musical. El museo del piano ofrece una colección única en Europa, el Brass Festival, dedicado a los instrumentos de viento, y el Bulles Sonores, el Festival de Radio France llega en verano... Por último, Limoux es una ciudad de actores. El festival de teatro Nava se celebra cada año, hasta en el campanario de Saint-Hilaire... (Más información).
Un hábitat en tierra cruda
El pueblo de Saint-Hilaire mantiene, bien escondidos, valiosos índices de su aspecto medieval. Se trata de los muros de tierra cruda. Esta técnica data al menos del siglo XIII. Y aquí está. Se construía una primera capa con tierra aún húmeda de una veintena de centímetros de espesor, mezclada o no con gravilla. Después se colocaba una capa de vegetales, en general de brezo, casi imputrescible, cuyo objetivo era armar el muro y drenar la humedad durante la construcción. Así se alternaba tierra cruda con capas de brezo. Parece que esta técnica se utilizó en muchas casas de Saint-Hilaire y en los alrededores, hasta que comenzó a extenderse el uso de la piedra.
¿Quién creó la «Blanquette de Limoux»? Los monjes de Saint-Hilaire dirán que la gente del lugar. ¿Y quién creó la leyenda de los monjes? Nosotros diríamos que los blanquetiers. La historia de esta leyenda, la verdadera historia de la efervescencia y de esta tierra os la contarán en la abadía.